El tiempo se esfumó, como el humo de tu cigarro.
Se esfumó todo, menos el recuerdo, avivándose más cada vez que me acercaba sigilosamente hacia aquellos rincones que nos vieron reir y llorar, vivir y perecer en el intento.
Un año después, todo, aunque yo lo creía ya perdido, estaba ahí.
Nada varió porque tú y yo nos dijéramos adiós por última vez.
El tiempo pasa, pero los lugares quedan, anclados, sin importar quiénes sean los que se sienten o se besen sobre ellos.
Aquel rincón apartado seguía ahí y yo sentía que, en cualquier momento, fueses a abrir la puerta y a brindarme alguna de aquellas sonrisas. Sin embargo, tú ya no estabas allí.
Ni yo tampoco.
Los momentos de la vida se pasan , por eso debemos aprovecharlos al máximo para hacerlos nuestros eternamente :) !! besazos Anita.
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